"VIVIR DE ESPALDAS A LA REALIDAD"
Vivir de espaldas a la realidad es caminar por un sendero
peligroso que nos puede
llevar al precipicio del mal y caer en él sin necesidad.
La realidad es incuestionable y no vivirla es vivir en la
inopia y en la
equivocación, camino de la sumisión.
La esclavitud del momento es la aceptación de una supuesta
obligación impuesta por la técnica y por el abuso de la técnica.
Hay quien no sabe vivir sin el uso desbordado e incontrolado
del móvil.
Hay quien desde que tiene un momento lo usa para dialogar con
el móvil, aparato inerte y
obediente a lo que queremos oír y ver, y aparato activo que a veces nos dice
qué ver y qué hacer y eso hacemos.
Vivir de espaldas a la realidad es caminar sin mirar por
dónde piso, por estar
sometido al móvil, y a las órdenes de los demás, aislándonos cada vez más unos de otros en vez de
unirnos cada vez más ente nosotros.
La vida es muy corta para perderla en ser una marioneta de lo
que hacen y opinan los
demás, creyendo que estamos al día porque tenemos técnica y la mal usamos.
La libertad es un bien incalculable del que nace y crece el
bien y la felicidad. La libertad es algo que se consigue cada segundo, no nos
la regalan.
Todo lo que coarte y elimine la libertad nos hace esclavos,
con los consiguientes
problemas y desventajas del desarrollo de sumisiones que eliminan la necesaria autoestima y la necesaria
comunicación personal con
los demás.
No hay amor verdadero sin el abrazo personal.
No hay medio material y técnico –por muy avanzado y
sofisticado que sea-que
sustituya a la relación vis a vis.
Los sentimientos se viven personalmente. Lo demás es pura
ilusión de creer lo que uno
no es.
Ser esclavo se está convirtiendo en la tónica del momento.
Quien no tiene un móvil, y si es posible un coche, se siente un
desafortunado un desgraciadito.
Los móviles y los coches, muchos aparatos técnicos son necesarios y
ayudan a la vida. Pero hay que saber
ponerlos en su sitio, hay que saber usarlos con moderación.
Consumir e imitar lo que hacen los demás y no vivir nuestra
realidad se está
convirtiendo en un mal personal y social. Este mal nos llevará a la desilusión y a la tristeza por la
falta de la relación personal con
la verdad y la realidad.
Vivir de espaldas a la realidad nos llevará,
desafortunadamente, al mal.
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