“¡¡¡EL OLVIDO DE LOS MUERTOS!!!”
¡Qué triste debería
ser olvidarse de los seres queridos muertos!
Se dice que una
persona desaparece cuando, después de su muerte, se le olvida, y creo que
tienen razón. Hay muchas historias de ficción que hablan de relación con los
muertos, el más allá... Pero no sabemos si eso es la verdadera realidad o es la
imaginación del autor, la que inventa esa comunicación. Lo que yo digo es que
el rezo es un medio de comunicarse y mantener el recuerdo.
No sé cómo los no
creyentes recuerdan a sus difuntos: me imagino que una fotografía, o algún
objeto que saben era del agrado del ausente, les traerá la imagen y les
recordará como era, como se comportaba y como se expresaba. Los católicos, además de esos recuerdos,
tenemos la suerte y la ventaja de que creemos que la vida no termina con la
muerte, más bien creemos que se transforma y para toda la eternidad, y
anhelamos cruzar esa frontera para estar en la presencia de Padre Dios, que
para eso es el cielo.
Supongo que los no creen en el Más Allá, se olvidan antes,
porque piensan que todo se acaba con la muerte; entonces… si todo se ha
terminado, ya no hay la menor comunicación porque no hay nada, se acabó todo.
Desearía que
alguien, no creyente, me explicase cómo puede ser eso.
Pero sigamos con el
tema desde nuestra visión y creencia.
Espero a la muerte
con ilusión, esta es mi conclusión, mi gran experiencia de algo que viví, con
motivo del infarto que tuve.
“¡La fe es un don
que mueve montañas, y crea esperanzas!”
De creer que no hay
nada después de la muerte a creer que sí lo hay, existe una diferencia abismal;
se podría decir: hay una diferencia infinita, porque infinito es lo que vamos a
vivir.
No debemos olvidar
que, también, podemos contribuir a que no nos olviden pronto, Si nuestro
proceder en nuestros años en la tierra
han sido de cariño y solidario con los demás, difícil será que nos
olviden.
Cuando me refiero a
que no hay que olvidar a los difuntos, quiero decir que recemos por ellos. El mero hecho de
recordarlos ya es una forma de comenzar a rezar, pero creo que no es
suficiente, que Padre-Dios nos viene a decir que necesitan que sigamos rezando,
por ellos y pedirles a ellos que recen por nosotros.
El bien que en vida
hayamos hecho será la gran razón de que nos recuerden amen del cariño que
tuvimos a los que con nosotros han convivido. Y lo mismo para los que hayan
muerto: el bien que hayan hecho y el cariño que nos hayan tenido son razones
para recordarlos y rezar por ellos.
Esta reflexión de hoy pretende que todos, -por supuesto me incluyo-, pensemos lo
importante que es la muerte, recemos por nuestros muertos y los
recordemos, haciendo méritos, y
preparándonos para que nuestra partida hacia el cielo tenga un final feliz.
Allá nos están
esperando todos nuestros seres queridos y conocidos, para juntos estar en la
presencia de Padre Dios y de la Virgen del Pino.
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