“¡LA VIDA DE LOS SANTOS!”
La vida de los santos es el ejemplo a imitar.
La santidad es la meta que debemos alcanzar.
Todos podemos ser santos si amamos con pasión y
estamos dispuestos a dar la vida por los demás.
La santidad se alcanza con el esfuerzo, la fe,
la esperanza y la caridad, y todo con amor entrañable.
La única verdad la tiene Dios.
"¡Dios es amor de verdad!"
Amar a Dios es caminar seguro por la vida, y
compartirla con los demás.
Sin el amor a los demás no hay santidad.
Amar a los demás convierte la vida en santidad.
Todos estamos llamados a la santidad.
La santidad se alcanza cuando amamos con pasión
y estamos dispuestos a luchar por el bien de los demás.
Los demás somos todos. Todos sin excepción.
No hay persona por la que dejemos de luchar.
Todos somos beneficiarios de la santidad, sin excepción ni razón.
Todos somos hermanos.
La hermandad dignifica y le da la gloria
terrenal a toda persona que con fe, amor y santidad dedica su vida a ayudar.
Entendiendo por hermandad el verdadero amor a los demás.
La vida de los santos no ha sido fácil ni
regalada, ha sido una constante lucha contra el mal.
El mal jamás desaparecerá, ni jamás se
apiadará. Su lucha será constante y con ello hay que contar, para vencerle con
el amor a los demás por la santidad.
El mal es un gran enemigo.
Se nos ha dado la libertad para poder elegir
entre el bien o el mal.
El mal se aprovecha de los indecisos, de los
holgazanes, de los pasotas, de los que no tienen fe en nada, o quieren vivir a
costa de los demás.
La diferencia de un santo con el que no lo es,
es: resistir y combatir al mal a lo largo de la vida.
El santo vive el día a día con oración,
esfuerzo, dedicación e ilusión en que el mundo mejorará.
La esperanza es lo último que se pierde. Pero se
deja perder.
A los santos les debemos el bien que
disfrutamos.
Sin creer en Dios no hay posibilidad de la
santidad.
Sin creer en Dios se puede ser una buena
persona, pero no un santo de verdad.
La vida de los santos es el espejo en el que
debemos mirarnos.
La vida de los santos nos indica el camino que
debemos recorrer.
La vida de los santos nos ilusionará y nos
iluminará el camino que debemos recorrer.
Ser santo es la verdadera meta a alcanzar. Hay
que intentarlo.
La santidad es el estado ideal para el ser
humano.
Sea santo y obtendrá y vivirá la auténtica,
real y verdadera felicidad y libertad. Sobre todo, después de la muerte.
La felicidad y la libertad se consiguen con la
santidad.
Sea santo y lo verá y lo vivirá
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