miércoles, 6 de julio de 2022

“¡¡¡LA LEALTAD!!!”

 

“¡¡¡LA LEALTAD!!!”

Como católicos la primera y primordial lealtad se la debemos a Padre Dios, lógicamente: porque nos ha creado y nos ha pedido, desde Adán y Eva y sobre todo desde Moisés, que le amásemos sobre todas las cosas.

Y todos sabemos que nos está tocando vivir contrariedades, y ahora tenemos que, no sólo ser fieles, sino demostrarlo.

Una de las maneras de ser fiel es ser leal, y ahora que se repite la historia con las persecuciones de que somos objetos los católicos, tenemos que estar más atentos a esta lealtad.

Los primeros cristianos vivían en un ambiente pagano que trataba de imponerles su manera de pensar y de vivir, que era muy opuesta a la doctrina de los católicos. Y ahora hay un ambiente, bastante extendido, que no sólo se opone pasivamente, sino que pasan al ataque directo; nos atacan porque creemos, entre otros, en Dios y en la exigencia de la protección a la vida, un don de Dios que ningún humano puede arrebatar.

Esa es nuestra realidad.

Decía el Papa Juan Pablo II: “Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente a la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad a una coherencia que dura toda la vida”.

Por supuesto, no estoy aquí incluido. En algunos momentos de mi vida no he sido coherente, aunque lo he deseado. Ahora, cuando hablo de esto, trato de serlo para poder exponer esto sin avergonzarme de ser como los hipócritas, que dicen lo que es bueno y no tratan de vivir lo que dicen.

La soberbia, la tibieza y el pasotismo son obstáculos para ser leal.

Algo que ayuda poderosamente a ser fieles y leales es la humildad.

Debemos rezar mucho y pedirle a Padre Dios y a la Santísima Virgen del Pino nos ayude a ser humildes, y leales a nuestras creencias para así poder ayudar a los que nos rodean.

Nuestras lealtades, y nuestras manifestaciones de que luchamos, y los hechos como fieles servidores de los mandatos de Nuestro Señor Jesucristo, son el gran complemento para ayudar a los que nos rodean a ser leales.

Tenemos que intentar ser mejores que nunca. El mundo espera una respuesta coherente de los católicos.

Si nos atacan es porque nos mantenemos firmes en nuestra lealtad a nuestros principios y somos cimientos de una sociedad honesta.

¿A quién vanos a perjudicar?  Supongo que a los deshonestos.

Nuestra firmeza siendo leales y fieles a nuestras creencias hará que otros muchos hagan lo mismo, y permanezcan firmes, al igual, en sus creencias, o al menos se las planteen.

Nunca queda aislada la fidelidad de una mujer, o de un hombre. Puede que algunas personas, sin saberlo, se apoyen en esos fieles y leales, que les dan un ejemplo.

Cuando hayamos cruzado la frontera de Más Allá veremos la alegría que le dimos a Padre Dios por nuestras lealtades, por haber permanecido firmes en nuestras creencias y buenas costumbres.

También, seguro, veremos a otras personas que se apoyaron en nuestros comportamientos de lealtad a Padre Dios.

La virtud humana que corresponde a la fidelidad es la lealtad.

La lealtad es esencial para una convivencia honesta y feliz.

Sin un clima de lealtad, las relaciones y vínculos entre los humanos degenerarían, a lo sumo, en una mera coexistencia, con su cortejo inseparable de inseguridad y desconfianza.

Se necesita, para vivir felizmente, un clima de confianza mutua, de honradez, de lealtad.

Ahora parece que se está perdiendo la virtud de la lealtad.

La mentira, la manipulación de la verdad o de las muchas formas de mentira son utilizadas como armas, por algunos, para conseguir sus intereses, y la usan como si fuera normal.

Hoy, como nunca, en un mundo globalizado y con crisis de valores, a lo que hay que sumar los ataques directos a las creencias religiosas, especialmente, a las católicas, se echa de menos la honradez, la educación,  la lealtad para cumplir con la palabra dada y los compromisos libremente adquiridos. Incluso y en especial a los compromisos adquiridos con Padre Dios.

Urge en estos momentos, y sin dramatismos ni victimismos,  que los católicos, cristianos en general, procuremos ser ejemplo de fidelidad y de lealtad a los compromisos particulares y sociales que nos hemos o nos debemos comprometer como buenos ciudadanos, como buenos padres, como buenas personas y como buenos cristianos.

Y así, siendo leales y fieles, con la ayuda de Padre Dios y de la Santísima Virgen del Pino, lógicamente, al final de nuestras vidas podamos oír del Señor: "Muy bien, sierva y siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho, entra en el gozo de tu Señor".


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