“¡LAS SUBVENCIONES!”
A mi entender, subvención y
gastos obligados son dos cosas distintas.
Cuando el Estado
entrega a empresas o instituciones privadas, cantidades de dinero a fondo
perdido, estamos ante una subvención. Gastos obligados son las cantidades
destinadas a paliar necesidades vitales humanas.
Ejemplo de subvención
es el dinero que el Estado le da a los partidos políticos, a los sindicatos, a
un equipo de fútbol etc. etc.
Un ejemplo de gasto obligado es el dinero
que le da a Cáritas.
Espero haber
explicado claramente los matices, que creo existen, en las entregas y destinos
de esos dineros. Por desgracia, se puede rentabilizar esas entregas de forma
poco honesta.
Todos los que pagamos
impuestos contribuimos, queramos o no, a las subvenciones y a los gastos
obligados. Este es uno de los grandes poderes que tienen los administradores de
los dineros de la comunidad, los políticos.
Como, en el ejercicio de nuestra
libertad y derecho, podemos estar de acuerdo o no, propongo que se acaben
las subvenciones y se aumenten los gastos obligados.
Cada organización
debería estar sostenida por sus afiliados. Si alguna desaparece es porque sus
afiliados así lo han querido. Y no deberían subsistir porque el Estado los
subvenciona.
¿Cómo puede una
empresa o institución no estar de acuerdo con las directrices de un Estado que
la subvenciona?
La subvención, en
estos casos, coarta cualquier iniciativa en contra del que subvenciona.
De la misma
manera aquellos dineros entregados, como gastos obligados, a organizaciones o
empresas para paliar necesidades vitales, como son los entregados a la
educación, la alimentación a necesitados, a la sanidad etc.etc., si se dejasen
de dar los problemas serían de consecuencias gravísimas y hasta irreparables.
Se les tienen que dar porque la sociedad tiene necesidad de esos entes.
Si los gastos
obligados nos obligan a todos, no digamos lo que le corresponde al Estado. Para
esos pagamos los impuestos.
Si una organización
o empresa privada, de actividad no vital, disminuye o desaparece porque no
recibe subvención, su desaparición no debería crear problemas y menos ser una
tara para la sociedad. Si no la sostienen sus afiliados o socios no le
corresponde al Estado hacerlo.
Insisto, sí le
corresponde, al Estado, no sólo ayudar sino sostener aquellas necesidades que
son vitales en la sociedad.
Aquí la religión católica hace una
aportación de valor incalculable con todas las organizaciones y personas cuyos
fines son ayudar a los necesitados. ¿Han pensado en el problema social que supondría,
por ejemplo, el que Caritas suspendiese sus actividades?
También debemos preguntarnos ¿cuál es el
criterio que usa el Estado para dar esas subvenciones?
¿Por qué unas con tanto y a otras con
menos?
¿Por qué unas si y otras no?
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