“¡LA VIOLENCIA!
¡Qué fácil es hoy ejercer la violencia!
¿Por qué hay tanta violencia?
Intentaré explicarme, desde luego, de acuerdo a mi visión. Me
gustaría que fuera correcta.
“¡El individualismo y la mala educación favorecen la violencia!”
Entiendo por mala educación la que no enseña la vivencia de
valores morales, éticos, o religiosos.
“¡La convivencia feliz se ejerce y se practica sin violencia!”
La violencia anula la autoridad y el respeto mutuo.
La autoridad debe fundamentarse en la verdad y en la búsqueda
del bien común, nunca en la violencia.
“¡Quien no respeta a los demás, no tiene autoridad para vivir en
comunidad!”
“¡La buena educación, la experiencia y la buena voluntad son
absolutamente necesarias para que la convivencia se feliz!”
Esos comportamientos crean el ambiente que facilita las
relaciones humanas.
“¡El ambiente influye en los comportamientos particulares!”
De la misma manera, en un mal ambiente es difícil abstraerse y
desconectarse.
Hay que estar “rogando a Dios y con el mazo dando”.
Los seres humanos somos buenos por naturaleza, y la mala
educación coadyuva a la violencia, que puede desembocar en el crimen.
La violencia de género, por ejemplo, es una consecuencia de la
mala educación -por no haber recibido la buena-, y de la influencia del
ambiente.
“¡Creo necesaria la condena judicial y social de la violencia!”
“¡Todo lo que vaya en contra de la libertad es malo!”
“¡La violencia es una vivencia radical de la ausencia de la
libertad!”
Ahora bien, no se puede ni se debe atacar a la violencia con
violencia. Sería una contradicción.
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