“¡NADA DE ANONIMATOS!”
El tema que hoy tratamos creo que puede tener algún problema
su practicidad, y, por supuesto, sin la menor demagogia, comienzo diciendo:
“¡Nadie debería tener una propiedad
que no figure a su nombre!”.
El anonimato no debería de existir en la sociedad.
Sería muy saludable, -en especial en un mundo globalizado-, que todos supusiésemos
quiénes son los propietarios, de todas y cada una, tanto de las empresas
nacionales como internacionales.
Sabríamos quienes son los propietarios de los supermercados, de los laboratorios
y de los fabricantes de medicinas, de armas etc. etc.
Podría darse el caso que una misma persona fuese propietaria de la producción de
medicinas para sanar y de armas para matar.
(Esperando que las medicinas sean para sanar, y no para prolongar la enfermedad).
No creo bueno el anonimato. Tanto para saber quien hace buenas obras y felicitarlo,
como quien las hace malas. Quien las hace humanitarias, y quien las hace para
su pecunia.
El hecho puede ser el mismo, pero no los efectos. Depende de la voluntad y de la
libertad.
Ese admirable y responsable comportamiento: la libertad.
La libertad, ese maravilloso don de valor incalculable, nos permite hacer el
bien o el mal, y también nos permite arrepentirnos.
El cielo es de los arrepentidos.
La libertad la estamos ejerciendo constantemente.
El poder del ser humano es enorme y sus efectos están en razón directa a los
medios, a esa libertad y a la voluntad.
“¡¡¡Somos responsables del mundo que nos rodea!!!”
Nuestros actos tienen influencias en los demás, repercuten en otros.
Ejercemos un poder en nuestro ambiente que otros no lo
tienen. Lo mismo los pobres que los ricos. Lo mismo los cultos como los
incultos.
Todos deberíamos saber quien produce para matar y quien para vivir.
Debería desaparecer el anonimato, puede ser refugio del mal.
Confío que los humanos nos sintamos orgullosos de nuestros actos y nos podamos
felicitar porque hacemos el bien, y que lo sepamos todos, es para alegría del
hacedor (del que lo hace), como del receptor.
“¡¡¡Nada de anonimatos en todos los distintos órdenes de
la vida!!!”
Que desaparezca el anonimato, y sepamos todo de todos, no
haya secretos. Esto obliga a hablar también de la intimidad, a la que todo ser
humano tiene derecho, y, como tal, se les respeta.
En resumen: Que cualquier persona pueda
consultar en internet quienes son las personas concretas que deciden en última
instancia.
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