viernes, 22 de julio de 2022

“¡NADA DE ANONIMATOS!”

 

“¡NADA DE ANONIMATOS!”

        El tema que hoy tratamos creo que puede tener algún problema su practicidad, y, por supuesto, sin la menor demagogia, comienzo diciendo:

         “¡Nadie debería tener una propiedad que no figure a su nombre!”.

         El anonimato no debería de existir en la sociedad.

         Sería muy saludable, -en especial en un mundo globalizado-, que todos supusiésemos quiénes son los propietarios, de todas y cada una, tanto de las empresas nacionales como internacionales.

         Sabríamos quienes son los propietarios de los supermercados, de los laboratorios y de los fabricantes de medicinas, de armas etc. etc.

         Podría darse el caso que una misma persona fuese propietaria de la producción de medicinas para sanar y de armas para matar.

         (Esperando que las medicinas sean para sanar, y no para prolongar la enfermedad).

         No creo bueno el anonimato. Tanto para saber quien hace buenas obras y felicitarlo, como quien las hace malas. Quien las hace humanitarias, y quien las hace para su pecunia.

         El hecho puede ser el mismo, pero no los efectos. Depende de la voluntad y de la libertad.

         Ese admirable y responsable comportamiento: la libertad.

         La libertad, ese maravilloso don de valor incalculable, nos permite hacer el bien o el mal, y también nos permite arrepentirnos.

         El cielo es de los arrepentidos.

         La libertad la estamos ejerciendo constantemente.

         El poder del ser humano es enorme y sus efectos están en razón directa a los medios, a esa libertad y a la voluntad.

         “¡¡¡Somos responsables del mundo que nos rodea!!!”

         Nuestros actos tienen influencias en los demás, repercuten en otros.

Ejercemos un poder en nuestro ambiente que otros no lo tienen. Lo mismo los pobres que los ricos. Lo mismo los cultos como los incultos.

         Todos deberíamos saber quien produce para matar y quien para vivir.

         Debería desaparecer el anonimato, puede ser refugio del mal.

         Confío que los humanos nos sintamos orgullosos de nuestros actos y nos podamos felicitar porque hacemos el bien, y que lo sepamos todos, es para alegría del hacedor (del que lo hace), como del receptor.

        “¡¡¡Nada de anonimatos en todos los distintos órdenes de la vida!!!”

        Que desaparezca el anonimato, y sepamos todo de todos, no haya secretos. Esto obliga a hablar también de la intimidad, a la que todo ser humano tiene derecho, y, como tal, se les respeta.

        En resumen: Que cualquier persona pueda consultar en internet quienes son las personas concretas que deciden en última instancia.


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