“¡LA SOCIEDAD INSOLIDARIA!”
Según
me comentaron algunos taxistas, apenas ha disminuido el tráfico rodado de
coches particulares.
Los
centros comerciales tienen clientes, casi como siempre.
Los
locales de ocio no están vacíos.
Y me
pregunto: ¿Se quedan vacíos los campos de fútbol?
¿Quiénes
tienen, viven y sufren la crisis económica?
Creo
que sólo los millones de parados y los autónomos que ha cerrado sus empresas.
Las
plazas, calles, y las sociedades de recreo se llenan de jubilados aburridos.
¿Quiénes tiene, viven y sufren la crisis? Los parados,
y no creo que nadie más.
¿Quién ha ofertado parte de sus horas de trabajo para
que otros parados tenga algo de trabajo? Y ¿Qué empresas están gastando parte
de sus beneficios para crear empleo?
¿Quiénes estamos haciendo algo por esos parados?
¿Quiénes de los que trabajan están dando dinero,
medios y parte de su tiempo a Cáritas, o a cualquier grupo que esté ayudando a
paliar las necesidades de los parados y necesitados?
Muchos abuelos están sosteniendo o cooperando a la
subsistencia de sus familiares.
¿Cuántos están trabajando en la economía sumergida?
Me parece que un porcentaje muy grande de personas que
trabajan “pasan”, se desinteresan de los parados. Quizá ni se les ocurre
ayudar, al menos es lo que parece.
Creo que la insolidaridad es manifiesta, y esto es muy
grave.
El pasotismo social que se impone es aplastante, y
esto, de alguna manera, lo pagaremos. Y aquí pagarán justos por pecadores.
No oigo ninguna queja, al menos yo.
Me alegraría muchísimo saber, si estoy equivocado,
quienes son “otros” que se están quejando y ayudando a paliar la crisis
económica.
Esta crisis que seguro está generada por falta de
valores morales o religiosos, y esto sí que es grave porque quizá se necesite
más de una generación para recuperar esos valores tan necesarios para la feliz
convivencia, nos está aplastando y no creo más salida que volver a vivir esos
valores morales o religiosos.
Y la lógica consecuencia de esta falta de valores nos
va cuajando la insolidaridad.
El pasotismo generalizado y agudo no sólo no reclama,
sino que es, inclusive, excluyente de posibles actitudes reivindicativas.
Tenemos que cambiar la sociedad actual; está enferma,
no tiene la sangre que restablezca los valores morales y religiosos necesarios
para la regeneración que, como consecuencia, traiga la paz social y recupere la
felicidad a la que todos tenemos derecho.
Por supuesto, no creo que haya la necesaria libertad
social e individual; porque nadie “salta” ante un mal tan extendido como el
tremendo paro, es un grito desgarrador -que parece que nadie oye- reclamando la
libertad responsable de la sociedad, que somos todos y cada uno de los que
vivimos, jóvenes, adultos y viejos.
Y toda esta vivencia no se está transmitiendo, salvo
excepciones, a los niños que no se enteran de lo que pasa y, ellos pronto serán
jóvenes con responsabilidades familiares y sociales.
Todos estamos obligados, en la medida de nuestras
posibilidades, a ayudar a nuestra familia, amigos, convecinos y compañeros, por
ser los más cercanos, y luego a todos los demás que habitan estas islas.
Tiene que surgir y crecer un nuevo orden social
vigoroso, basado en valores morales o religiosos, de lo contrario precipitamos,
a mi entender, hacia el abismo a la sociedad, y sus consecuencias afectarán a
generaciones.
Como siempre, de nosotros, de cada uno de nosotros,
depende. Después no hay derecho a reclamar y a lamentaciones, sólo a sufrir las
consecuencias por no haber participado en el cambio necesario.
“¡¡¡Lo que sembremos recogeremos!!!”
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