“¡¡¡LA IGUALDAD!!! ¡¡¡QUE DESIGUALDAD!!!”
Los humanos nacemos iguales,
crecemos y nos desarrollamos con enormes desigualdades.
Aún sigue siendo utópica la idea, y
mucho menos la praxis, de la igualdad del ser humanos como persona y sus
necesarias vivencias y necesidades.
Las desigualdades entre nosotros,
los seres humanos, son desarrolladas y hasta promovidas por nosotros, los
mismos seres humanos.
Los mayores condicionantes y
mandantes de las desigualdades provienen
del poder perverso, compuesto por personas iguales a todos nosotros.
Los grandes diferenciadores de la
igualdad humana son el nivel económico y social.
“¡Los grandes desencadenantes de la
desigualdad son la falta de valores por la mala educación y la falta de
formación!”
La igualdad se aprende desde niño,
se desarrolla, se practica y se vive a lo largo de la vida, y se culmina con la
igualdad total de la muerte: TODOS SOMOS IGUALES ANTE Y EN LA MUERTE. No hay
excepción humana.
Quien habla de clases sociales,
para diferenciarse, lo consigue.
Una parte importante de las
diferenciaciones humanas las crean los poderes: político, social, económico,
cultural…
De las peores desigualdades es
creerse diferente, sea por creerse mejor o por creerse peor.
“¡Todos somos iguales ante los
iguales de los seres humanos!”
Las desigualdades creadas por la
falta de cultura y de valores nos están llevando a la autodestrucción. “¡Esto
sí que es una gran y desastrosa desigualdad!”
¿Dónde estamos? ¿Dónde está usted?
¿Se siente desigual? ¿Se siente igual? ¿Por qué?
“¡¡¡Vivimos –no sé desde cuándo– en
una autentica, veraz y arrolladora desigualdad!!!”
“¡Mientras la desigualdad siga
siendo una realidad, seguiremos siendo desiguales en la igualdad!”
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