“VIVIR DE LOS RECUERDOS”
Vivir de los
recuerdos no solo debe ser añoranza, sino fundamento del presente y en donde
apoyarse para seguir en el camino de la vida.
Las añoranzas
son recuerdos deseados, que quisiéramos volviesen a convertirse en realidad.
El pasado nunca
vuelve, solo tenemos la posibilidad de recordarlo y esperar que nos sirva para
aprender y no volver a cometer los mismos errores.
La vida, esa
invalorable maravilla, es el camino que vamos recorriendo hacia un final que
debe ser consecuencia de los pasos que dimos, en la dirección que dimos, y
hacia donde nos dirigimos.
Vivir de los recuerdos
debe ser un aliciente recordar las vivencias que hemos tenido, compartido y
vivido con los seres queridos, y con todas las personas con quienes hemos
compartido la vida y los hechos y que hoy son recuerdos.
El camino de la
vida es de una intensidad y unas vivencias que dependen de lo que hayamos
hecho. Si hemos vivido en vacío, sin haber dedicado nuestro tiempo y amores,
eso será lo que recordaremos: el vacío. Si la hemos dedicado a trabajar, luchar
y tratar de conquistar el bien y repartirlo como razón de vida, eso será lo que
recordaremos con amor, ilusión y la esperanza de que el resultado haya sido
para el bien de todos.
Si vivimos con
nostalgia y tristeza del pasado, malo, hemos vivido equivocados. Echar de menos
al pasado puede ser por bueno o por malo. Vivir de los recuerdos es bueno,
mejor si son buenos los recuerdos. Que los recuerdos nos ayuden a corregir el
presente es la gran ayuda que hay que recordar y aprovechar.
Benditos y
alabados sean los buenos recuerdos. Que nos hagan ser felices recordando esos
recuerdos para que efectivamente nos sirva el “vivir de los recuerdos”.
Trato de
recordar los buenos momentos que compartí con mi hermana la mayor, que acaba de
fallecer, y que sigo tratando de apartar la tristeza de su ausencia.
Les ruego recen
una oración, o hacer pequeños sacrificios, porque ni hermana haya llegado a la feliz
eternidad.
Soy creyente, y
a LA SANTÍSIMA TRINIDAD le pido haya acogido, a mi hermana, en su eterna
presencia, que eso es para mí el cielo prometido.
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