“¡¡¡CREER!!!”
Creer
es una de las palabras más cortas del diccionario. Pero también es una de las
que tiene más contenido. Además repite la e: la e de creer y la e de tener.
Creer en todo lo bueno que existe y que hagamos, y la e de tener las virtudes
que iluminen el camino, aún en la mayor obscuridad.
Creer
no debe ser consecuencia de un credo partidista: creer en lo que me interesa.
“¡Todos podemos y debemos creer en aquello que nos haga mejores y hagamos
mejores a los demás!”
“¡Qué
triste y aburrido debe ser no creer!” A mi entender, ser escéptico, o agnóstico
debe producir un gran vacío. Y con esa ligereza propia del vacío se puede estar
fuera de la realidad.
“¡Creer
es tener esperanza, ilusión y certeza en lo presente y en lo futuro!”
Al
creer debemos incrementar las creencias, en especial las espirituales, para no
sólo tener la dicha y la esperanza del bien y del momento presente, sino
también las del futuro eterno.
Los
creyentes tenemos tanto las creencias del presente como las del futuro eterno.
Esperamos en ellas, creemos en ellas y soñamos con ellas.
Supongo
que el no creyente cree en el ser humano como tal. Creen en ella y en él, y
deben esperar que los demás crean en ellos.
Creer
es una forma de soñar despierto. De estar viendo lo que parece un sueño, y
estar esperando que llegue y se haga realidad.
“¡Creer
es amar!”
Creer
y amar, fortalecen las vivencias que necesitamos para vivir felices y
contentos.
Creer
hace que la libertad y la felicidad se desarrollen de manera exponencial.
“¡¡¡Crea,
sea feliz y libre, y contribuirá a que seamos los demás!!!”
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