“¡LA IRRACIONALIDAD DEL FANATISMO!”
Es increíble a donde puede llegar el
comportamiento de un ser humano cuando lo domina el fanatismo.
“¡El fanatismo es dejarse llevar por la pasión
en la defensa de las ideas, religiosas o políticas!” “¡El fanatismo es la ofuscación ciega del
comportamiento!”
Atrapados en su obstinación tenaz, hay fanáticos
que llegan a matar y a inmolarse a sí mismos.
La muerte está en manos de Padre Dios. No hay
ser humano, no hay autoridad humana, no hay razón alguna para matar, o para
matarse.
Defiendo la cadena perpetua, si no hay
demostración, clara y evidente, de arrepentimiento.
La vida es sagrada y, como tal, solo le
pertenece a Padre Dios. Supongo que los no creyentes protegerán la vida por el
instinto de conservación.
Sea como fuere, la vida es intocable, y nadie,
absolutamente nadie, tiene poder o autoridad para quitarla.
Dichoso y alabado sea el que protege, cuida y
mima la vida: venera un bien sagrado.
El fanatismo puede llegar a destruir el arte, la
literatura, el trabajo de otros. Lo hace, además, sin ningún tipo de respeto ni
consideración, actuando de forma irracional (por desgracia, irracionalmente
eficaz). El fanático puede llegar a matar.
La irracionalidad del fanatismo, sea religioso,
político, familiar… es un mal que puede tener consecuencias irreparables.
¡Padre Dios! Líbranos de la irracionalidad del
fanatismo, y conduce a tu pueblo por el respeto a la vida, por ser sagrada y de
eterna permanencia.
La autoridad honesta acata y ordena la orden de
no matar, ni de matarse. Lo contrario es un dominio maléfico y satánico de la
ausencia de la libertad.
Los valores éticos, morales y, por supuesto, los
religiosos, son el antídoto a la irracionalidad del fanatismo.
Las penas de muerte, de mutilación o de
cualquier daño físico o moral importante impuestas por el fanatismo deben ser
castigadas con cadena perpetua.
Padre Dios, ilumina las mentes de los fanáticos.
Les habrás dado una gran bendición. Nos habrás dando una gran bendición.
La irracionalidad del fanatismo es causa de
separación, de amargura, de tristeza y de muerte.
La irracionalidad del
fanatismo puede conducir al mal absoluto.
¡Padre Dios! Líbranos de la irracionalidad de
fanatismo. Te lo pedimos por tu infinita bondad, con el ruego de que ilumines
las mentes de los fanáticos irracionales.
¡Que así sea!
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