miércoles, 19 de octubre de 2022

“¡PROSELITISMO DESCARADO!”


“¡PROSELITISMO DESCARADO!”

Al leer las oraciones de la mañana, y considerar su contenido tan necesario, ruego me permitan describirlas. Lo hago con el mayor de los cariños y creyendo que puedo ayudar.Trato, constantemente, de fundamentar mi vida en el primer Mandamiento: “amar a Padre Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”.

Hoy quisiera transmitirles estas creencias -que trato sean vivencias- de lo dicho por Nuestro Señor Jesucristo Dios. Que sirven para creyentes o para no creyentes.

Señor, enséñanos a orar”. Y nos enseñó el Padrenuestro.

Abba, Padre. Palabra aramea que usó Jesucristo, y que tanto significa de cercanía, confianza, amor, de filiación divina.

Somos hijos de Padre Dios, y como tales herederos de Su gloria eterna.

Santo Tomás de Aquino nos dejó dicho: ¡No hemos recibido un espíritu de esclavitud, para caer de nuevo en el temor, sino un espíritu de hijos, que nos hace gritar Abba¡

Cuando llamamos a Padre Dios, en el Padrenuestro: Padre Nuestro tenemos que acordarnos que tenemos que comportarnos como hijos que somos de Padre Dios.

Nuestras necesidades, nuestras tristezas y problemas nunca le dejan a Padre Dios indiferente. No hacerlo no sería Padre Dios.

“¡Como hijos de Abba Dios la vida es una ilusión, y la muerte se ve con paz e ilusión!”

“¡El trato de un hijo con su padre debe estar lleno de respeto, veneración, de reconocimiento y amor!”

“¡La fe como la piedad, que nacen de la filiación divina, es una actitud profunda del alma, que nos lleva a informar de la existencia de Padre Dios!”

Orar, rezar, siempre rezar –hablar con Padre Dios– que es personal, y de ella participamos todos, máxime con la Comunión de los santos.

“¡Decir, rezar el Padre Nuestro es compartir la dignidad y responsabilidad de hijos de Padre Dios con todos los demás seres humanos, los demás seres irracionales y con todo aquello vive sobre la maltratada Tierra!”

Tenemos derecho y deber llamar Padre, Abba, a Dios si tratamos a los demás seres humanos como hermanos por tener el mismo Padre.

San Juan nos dejó dicho “si alguno dice: amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve”.

Por la Comunión de los Santos sube, ante Padre Dios, una oración constante, y participamos de la oración de todos los hermanos.

La oración personal nunca es aislada. Nuestra oración se funde con la de todos los justos, de todos los momentos y de todos los tiempos

“¡Oremos creyentes, sacrificios los no creyentes, pero recemos todos para ser felices y libres, y luego lo seamos eternamente!”

La oración, la contrición, y el amor dan al alma una gran fortaleza, proporcionando una particular delicadeza para oír, ver y escuchar a Padre Dios, a Abba de nuestra vida y de nuestra muerte.

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