“¡PROSELITISMO DESCARADO!”
Al leer las oraciones
de la mañana, y considerar su contenido tan necesario, ruego me permitan
describirlas. Lo hago con el mayor de los cariños y creyendo que puedo ayudar.Trato,
constantemente, de fundamentar mi vida en el primer Mandamiento: “amar a Padre
Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”.
Hoy quisiera
transmitirles estas creencias -que trato sean vivencias- de lo dicho por
Nuestro Señor Jesucristo Dios. Que sirven para creyentes o para no creyentes.
“Señor, enséñanos a orar”. Y nos enseñó el Padrenuestro.
Abba, Padre. Palabra
aramea que usó Jesucristo, y que tanto significa de cercanía, confianza, amor,
de filiación divina.
Somos hijos de Padre Dios,
y como tales herederos de Su gloria eterna.
Santo Tomás de Aquino
nos dejó dicho: ¡No hemos recibido un
espíritu de esclavitud, para caer de nuevo en el temor, sino un espíritu de
hijos, que nos hace gritar Abba¡
Cuando llamamos a Padre
Dios, en el Padrenuestro: Padre Nuestro tenemos
que acordarnos que tenemos que comportarnos como hijos que somos de Padre Dios.
Nuestras necesidades,
nuestras tristezas y problemas nunca le dejan a Padre Dios indiferente. No
hacerlo no sería Padre Dios.
“¡Como hijos de Abba
Dios la vida es una ilusión, y la muerte se ve con paz e ilusión!”
“¡El trato de un hijo
con su padre debe estar lleno de respeto, veneración, de reconocimiento y amor!”
“¡La fe como la
piedad, que nacen de la filiación divina, es una actitud profunda del alma, que
nos lleva a informar de la existencia de Padre Dios!”
Orar, rezar, siempre
rezar –hablar con Padre Dios– que es personal, y de ella participamos todos,
máxime con la Comunión de los santos.
“¡Decir, rezar el
Padre Nuestro es compartir la dignidad y responsabilidad de hijos de Padre Dios
con todos los demás seres humanos, los demás seres irracionales y con todo
aquello vive sobre la maltratada Tierra!”
Tenemos derecho y
deber llamar Padre, Abba, a Dios si tratamos a los demás seres humanos como
hermanos por tener el mismo Padre.
San Juan nos dejó
dicho “si alguno dice: amo a Dios, pero
aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no
es posible que ame a Dios, a quien no ve”.
Por la Comunión de
los Santos sube, ante Padre Dios, una oración constante, y participamos de la
oración de todos los hermanos.
La oración personal
nunca es aislada. Nuestra oración se funde con la de todos los justos, de todos
los momentos y de todos los tiempos
“¡Oremos creyentes,
sacrificios los no creyentes, pero recemos todos para ser felices y libres, y
luego lo seamos eternamente!”
La oración, la contrición, y el amor dan al alma una
gran fortaleza, proporcionando una particular delicadeza para oír, ver y
escuchar a Padre Dios, a Abba de nuestra vida y de nuestra muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.