“¡LAS TENTACIONES!”
¡Cómo se forja uno en
las tentaciones! No dejan de existir, duran toda la vida. Hay quien dice que
las tentaciones se acaban quince minutos después de la muerte.
Comprobamos, quienes
creemos en Padre Dios, que el demonio trata de abusar de su poder y de nuestras
debilidades a lo largo de nuestra vida.
Debemos estar siempre
en esa constante alerta y preocupación, pero sin angustias. Diría que con
estoicismo, valentía y fe ante los continuos ataques.
Por supuesto: sin
rezar no hay posibilidad de vencer al demonio.
¿Cómo se las arreglan
los no creyentes? No lo sé.
La resistencia al mal
fortalece, de manera notoria y alegre, el comportamiento hacia el bien, con lo
que el alma se llena de alegría y esperanza, en especial del amor.
Mi vida ha sido una
constante tentación, caídas y levantadas. Y siempre pidiendo perdón y tratando
de enmendarme.
Rezos de ayer, de hoy,
y de siempre, y con ellos la victoria y la alegría serán su consecuencia,
venciendo al mal.
Es una batalla para
toda la vida. La desesperación es uno de los grandes males. El maligno enemigo
se aprovecha de la desesperación. Nunca hay que desesperarse. Rezar, rezar
mucho y confiar mucho en Padre Dios, en su Santísima Madre la Virgen del Pino,
y en toda la corte celestial de nuestros amigos los ángeles y los santos.
Hablar y escribir es
relativamente fácil, hacer es más difícil. Trato de transmitir mi experiencia,
ya larga, de esta necesidad de constante lucha, sin cansarse, sin agotarse,
sabiendo que Padre Dios conoce nuestras debilidades, nuestro trabajo, y
nuestros esfuerzos o preocupaciones.
Confiar todo lo que
podamos en la misericordia infinita de Padre Dios. Estoy seguro que sin esa
misericordia infinita jamás entraré en el reino de los Cielos. Dios es justo,
sabe más, y solo mira nuestro corazón.
Les transmito estas
letras, estos sentimientos y estas vivencias con el honesto deseo de cooperar
al bien de los demás y del mío propio.
Nos necesitamos los
unos a los otros, en todo. Jamás podemos olvidar que somos seres sociales y que
nos necesitamos los unos a los otros, hoy y siempre.
El mal es la ausencia
del bien, y lo es por nuestra cooperación o despreocupación, de las que se
aprovecha el perverso para hacer su agosto.
Rezar, rezar
constantemente, pidiendo comprensión, y fortaleza y con agradecimiento a Padre
Dios; y entonces el bien vencerá al mal.
El bien siempre ha
triunfado sobre el mal. ¡Claro! Con nuestra participación y cooperación. Con
nuestra lucha y acciones.
"¡Es necesario,
para todo, la honesta y sincera participación, con amor, que es la solución
siempre!"
Solución que necesita
la intervención de Padre Dios. Estén todos seguros de esto, creyentes o no.
Las tentaciones las
tendremos a lo largo de toda la vida, y, al mismo tiempo, tenemos la ayuda
infinita de Padre Dios.
Por supuesto:
"¡¡¡Rezar y pedir perdón es la definitiva solución siempre!!!"
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