Día de Ntra. Sra. Del Pilar y de la Hispanidad.
"¡Desarrollo de la propuesta a LOS PARADOS Y LOS JUBILADOS!"
Intentaré ir desarrollando -según mi leal
saber y entender- la idea que he propuesto de: que tanto los parados, que
puedan y cobren, como los jubilados dediquemos una hora a la semana a trabajar
por los demás, sin pedir nada a cambio. Entiendo que este trabajo reportaría
una buena cantidad de dinero, que podría repartirse entre todos, parados,
jubilados, personas dependientes etc.
El principio rector de la propuesta es
este: “nadie conoce mejor lo que sabe, el tiempo que puede dedicar y la
voluntad que tiene”. Su fundamento: “la participación solidaria en la búsqueda
del bien común sin pedir nada a cambio, con el fin de la mayor rentabilidad al
esfuerzo común idealista y realista”.
Podrían crearse grupos por oficios
-construcción, agricultura, ganadería, sanidad etc. etc.- para reunirse,
unirse y trabajar.
La especialización sería la base de mi
propuesta, con la ayuda de los expertos a los que tienen menos conocimientos y
posibilidades.
Tales uniones se crearían en todas las
aldeas, pueblos y ciudades.
Las tareas de coordinación recaerían en una
unidad central. Estaría allí donde lo ofertasen. El lugar no tiene
importancia. Lo importante es la voluntad, la dedicación y el tiempo
disponible.
Los grupos serían autónomos, decidirían sus
ingresos y gastos, salvo el porcentaje, igual para todos, que se dedicase a la
coordinación central.
La solidaridad y la buena voluntad serían
los valores dominantes. No como deseos o propósitos vagos, sino referentes para
evaluar la actividad. A ellos habría que unir, evidentemente, el buen hacer
profesional. La combinación sería como la fe: una fuerza capaz de mover
montañas y de contagiar a otros.
Todo está inventado. Mi propuesta consiste
en rentabilizar el trabajo a fondo perdido.
La dicha por el esfuerzo y la participación
serían tan grandes, que convertirían los hechos no sólo en alegría, sino en
rentabilidad económica.
Tratemos de desarrollar esta idea. Las
aportaciones de los demás son imprescindibles y necesarias, y para descubrir
los posibles fallos del proyecto.
Aprendamos a comprender en toda su hondura
la necesidad de una vida sacrificada.
Los católicos tendríamos la oportunidad de,
al menos un día a la semana, considerar la necesidad y los frutos del negarse a
uno mismo y de hacer algún sacrificio especial: una obra de misericordia, que
incluso es rentable económicamente.
Con la obligación de participar en la
búsqueda del bien común, reciban las gracias con el mayor cariño y un fuerte
abrazo.
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